La noche del sábado 11 de marzo un hecho sangriento que marcaría la vida
apacible de los limeños, un hecho en apariencia realizado por un sanguinario
asesino y de la cual se documentó ampliamente en los diarios y revistas de la
época. La enorme trascendencia de este hecho no pudo dejarse de lado en nuestra
música, tanto así que se compuso temas relatando los hechos y se llevó
inevitablemente al disco.
Empecemos relatando brevemente los hechos, tal y como se documentó en
abundancia tanto en la Revista Semanal
Ilustrada “Variedades”, Edición Nº 420 del día 18 de marzo de 1916, el
diario El Comercio en su edición de
la Mañana del día lunes 13 de marzo de 1916. (Terrible Crimen de la noche del
sábado) en adelante y el diario La
Crónica.
El día señalado, en la Calle de la
Condesa, ubicado en lo que es actualmente la 2º cuadra del Jirón Virú en el distrito del Rímac el doméstico de 17 años de edad
asesinó a los esposos Señor Manuel
Germán Ibarra y la Señora Eloísa
Pérez de Ibarra, personas acaudaladas pero que sin embargo llevaban una
existencia relativamente modesta. Tenían en el departamento de Junín y
Huancavelica sus importantes negociaciones mineras.
Alejandrino y Fabiola
Montes eran naturales de Chiquian, provincia de Bolognesi, Ancash y recientemente habían llegado a trabajar como domésticos a
la casa de los esposos Ibarra.
Cuando se descubrió el crimen llamó la atención la desaparición de los dos
criados. En un inicio se atribuyó a secuestro, tal vez espanto o complicidad de
estos en el tremendo crimen, los detectives a cargos del caso nunca sospecharon
de los criados, ya que no se concebía que “en almas y cuerpos infantiles pudieran
existir perversidad moral, la sangre fría y la fuerza física necesaria para
aniquilar a golpes y puñaladas a personas de robusta contextura, capaz de rechazar
fácilmente agresión de un muchacho”. Un periodista decía de
Alejandrino: “bajo, delgado, parecía hecho para todo menos para la muerte”.
Se sospechó inicialmente que los hermanos Montes estaban en complicidad con criminales avezados, y su captura
se hacía necesaria.
El Chofer de la familia Ibarra, el Sr
Ismael Torres, fue el primero en notar que algo anormal había ocurrido en
el interior de la casa el domingo por la mañana, dio aviso al Sr Abelardo Ibarra, hermano de la
víctima, que ya había advertido algo raro al haber llamado reiteradas veces por
teléfono sin recibir respuesta alguna. El Sr
Abelardo ordenó al chofer entrar por la fuerza a la casa. Los esposos
Ibarra habían sido encontrados muertos, con heridas mortales causados por
instrumentos contundentes usados con gran violencia.
Sr Abelardo Ibarra |
El mayordomo Minaya, al servicio
de los hermanos del Señor Ibarra, ayudado por Torres fue el primero que por la farola del vestíbulo contempló el
horroroso cuadro que ofrecía el Sr
Ibarra asesinado, siendo encontrado tirado boca arriba con una mano en el
pecho junto a una victrola de manija.
Minaya volvía tembloroso, pálido y sin habla.
Mayordomo Minaya |
Chofer Ismael Torres |
El diario “El Comercio” daba cuenta de las declaraciones de los vecinos. Algunos de estos habían admitido que la noche del crimen había oído algunos quejidos provenientes del interior de la casa. El lunes los diarios publicaron largas informaciones. De ellas se deducía que el doble asesinato se había realizado en la noche, sin que la vecindad escuchara, salvo unos quejidos a los que no se dio importancia, nada anormal que llamara su atención. Uno de ellos escuchó las voces de una mujer pidiendo perdón.
La perspicacia de un inspector del Callao
puso al sirviente fugado en manos de la justicia, se encontró que la más simple
de las explicaciones y también la que parecía más absurda, era la que daba la
clave del misterioso crimen. Fue capturado en una esquina de la Calle
Castilla en el Callao, el mismo día
en que fueron enterrados los esposos
Ibarra, vagando a la aventura, en la espera tranquila del momento de
poderse embarcar para evitar la prisión. Muchacho de fisionomía inexpresiva,
confesó que él había sido el asesino.
El inspector de la Policía José
Cáceres fue el capturó a Montes.
Al encontrarlo en actitud sospechosa procedió a preguntar:
-
¿Qué
haces aquí?
-
Nada,
paseando.
-
No
tienes ocupación, eres un vago.
EL muchacho mató por odio y por venganza. La noche del crimen, según contó Montes, había sido víctima de la
agresión del Sr Ibarra, según el cual lo había insultado al haberlo encontrado
escribiendo cartas en el vestíbulo. La respuesta de Alejandrino fue:
-
“Eso
le dirá a los carneros pero a mi no”.
-
“¿Qué
dices so …?”, “Ahora veras”
Sr y Sra Ibarra muertos |
Se cuenta que el día 13 el Sr Abelardo llega al centro de detención donde se encontraba Montes. En un descuido de los inspectores se arroja sobre el muchacho con la intención de agredirlo, siendo contenido por los agentes. Es ahí donde Montes se mostró por primera vez temeroso de su destino.
El día martes 14, cuando era trasladado del Callao a Lima en el tren de las
cinco, fue entrevistado por un periodista de “El Comercio”, siendo publicado el día siguiente, el miércoles 15
de marzo en su edición de la mañana según la cual después de la paliza que
recibiera Fabiana por parte de sus
patrones le dijo a esta que se acostara y es ahí donde él cogió el espadín,
procediendo después de esto al terrible asesinato.
-
¿Por
qué los mataste?
-
Por
venganza.
-
¿Por
qué te maltrataban?
-
Ellos
tenían una sobrina que me gustaba. Se burlaban de mí.
El señor Doctor Mercado, Juez
encargado de resolver el crimen, levantando el sumario en la propia casa de los
asesinados. La cocinera que se encontró también con la novedad de que del
interior de la casa no se respondiese a sus llamadas. El intendente fue el Sr Tizón.
El Sr Ibarra había ido a visitar a su hermana y en la casa, además de los
criados, solo se encontraba la Sra
Eloísa dispuesta a entrar al baño, es ahí cuando Alejandrino iba a atacarla
por la espalda, de pronto ella volteó y se encuentra cara a cara con su
asesino, procurando evitar las cuchilladas que con ensañamiento le asestara Montes, según él mismo ha declarado
cínicamente. De sus declaraciones se deduce que mató a la Sra Ibarra con el espadín y al Sr
Ibarra con la comba. También afirma que se movió motivado por la venganza y
sólo el odio a sus patrones lo llevó a convertirse en asesino.
En la casa se encontró un espadín
mellado y una especie de maza. Al principio se creyó que la Sra. había sido
asesinada con un arma sumamente cortante por una persona poco experta y casi
quedó descartada la opinión de que se hubiera utilizado el espadín. La maza encontrada parecía haber sido el instrumento para
victimar a la Sra. A parte de los agentes policiales se hizo una consulta a un detective Americano John, de paso por
Lima, el cual hizo muchas observaciones y se propuso seguir la pista del
acontecimiento. En la casa del Sr Ibarra
habían unas piedras minerales, estas fueron tomadas por Montes para a arrojárselas al Sr.
Ibarra.
detective Americano John |
Por esas ironías de la vida, Alejandrino fue encerrado en la Intendencia de Policía, en el calabozo “Bolognesi” (nombre de la provincia donde nacieron los hermanos) donde se le ha mantenido incomunicado.
La familia de las victimas había puesto una recompensa a la captura del o
los culpables, y habiendo capturado el inspector Cáceres a Montes, se le
hizo entrega al agente de la recompensa. El jefe de la sección de
investigaciones Sr Rospigliosi, el
sub jefe de la sección Sr Mústiga.
Se procedió a elaborar una ficha o registro del asesino, la cual tenía las
siguientes características:
Ficha de identificación
de Alejandrino Montes:
Registro General Nº: 1476
Registro Fotográfico Nº: 638.
Edad: 17 años.
Nacionalidad: Peruana.
Nombre del Padre: Justo Montes.
Nombre de la Madre: Hermilia Cano.
Profesión: Servicio de casa.
Estatura: 1.55 mts.
Grado de instrucción: Elemental.
Causa de la actual
detención: Doble
Homicidio.
Fecha: Lima, Marzo 15 de 1916.
El día martes fue el día del sepelio de los esposos Ibarra.
Alejandrino Montes colocó a su hermana en otra casa, al cuidado de un bebé. Dicha casa pertenecía al Sr Málaga ubicada en la Calle Arica. Él se alojó en un hotel de la Calle de King e Independencia y al no poder pagar los dos soles del alquiler se marchó. La gente bautizó a ese hospedaje como la “Posada Sangrienta” (nombre tomado de una película).
Alejandrino Montes colocó a su hermana en otra casa, al cuidado de un bebé. Dicha casa pertenecía al Sr Málaga ubicada en la Calle Arica. Él se alojó en un hotel de la Calle de King e Independencia y al no poder pagar los dos soles del alquiler se marchó. La gente bautizó a ese hospedaje como la “Posada Sangrienta” (nombre tomado de una película).
Posada Calle King e Independencia |
Casa Sres Malaga en la Av Arica |
Dres Valdizan y Miroquesada, revisando a Montes |
El mismo había dado muerte a sus patrones con ensañamiento cruel, se había apoderado de alhajas y dinero que se le encontraron en sus bolsillos y de su hermana. Entre las prendas se encontró un pequeño retrato de la víctima, la Sra Ibarra. Había permanecido en la casa durante la noche. No se sabe qué suerte corrió la cartera del asesinado, de la que el criminal en sus declaraciones no hace mención y sin embargo ha desaparecido. Es posible que los billetes que se le encontraron fueran los que la víctima tenía en el bolsillo.
Ambos hermanos fueron condenados a pasar 15 años de prisión. Alejandrino fue
internado en la Cárcel de Guadalupe,
en los terrenos de lo que actualmente se encuentra el “Palacio de Justicia”, al costado de la Iglesia del mismo nombre y
funcionando oficialmente hasta el 26 de mayo de 1928.
Fabiana Montes fue recluida en la cárcel para mujeres “Santo Tomás” en los Barrios Altos, en lo que es hoy el local del Colegio de Mujeres “Mercedes Cabello de Carbonera”. Antes de ser cárcel funcionó ahí el Colegio Santo Tomás de la Santisima Trinidad.
Alejandrino en la Cárcel de Guadalupe |
Fabiana Montes fue recluida en la cárcel para mujeres “Santo Tomás” en los Barrios Altos, en lo que es hoy el local del Colegio de Mujeres “Mercedes Cabello de Carbonera”. Antes de ser cárcel funcionó ahí el Colegio Santo Tomás de la Santisima Trinidad.
Fabiana en la Cárcel de Santo Tomas |
Es necesario mencionar que no fuera llevado a la “Escuela Correccional” (como correspondía por ser menor de edad) ya que se consideró que “el local no ofrecía las garantías suficientes de seguridad”. Aun en la cárcel siempre se refería al hecho homicida como una “Venganza”. A diferencia de la tranquilidad aparente que mostraba Alejandrino, su hermana Fabiana se mostraba compungida y tímida, casi llorosa.
Según los abogados defensores de las víctimas, debía imponerse la pena de
muerte, ya que así lo establecía el “Código Penal” vigente entonces (1863). Lo
que favorecía en este caso a Montes
era el desconocimiento real de su verdadera edad: 17 o 18 años.
En un programa de televisión recientemente se tocó el asesinato que cometió
Alejandrino Montes, pero debemos
señalar que se le pretendió dar un carácter “Rosa” y novelesco a la desgracia de los esposos Ibarra, ya que se
afirma que el móvil del sangriento hecho fue por el amor que sentía el joven Montes a las sobrina de los esposos
Ibarra, llamada “Adelaida”, como
vimos anteriormente, él señaló al periodista de “El Comercio” de que le gustaba la sobrina de ellos, pero siempre
afirmó que fue motivado por la “Venganza”
y el “Odio” hacia sus patrones.
Llama la atención los adjetivos racistas que se esgrimían en torno a
Montes. La Revista Variedades fue la
que mayormente usó esos calificativos, llamándolo: “El mozalbete indígena”, “Indiecillo”,
“Indígena
niño”, “Si en su crimen el verdadero motor han sido las taras orgánicas,
influencias mórbidas hereditarias”, “. También decían: “que
tanta torpeza y tanta estupidez para el resguardo propio y tanto cinismo, casi
delectación, en la confesión del delito sean efecto de una naturaleza normal,
aunque inferior” y otros más redundantes de su condición andina,
innecesariamente puesta como un factor contribuyente al crimen.
El grupo de Médicos que lo evaluó para ver si el origen de su odio era de carácter
genético sostuvieron: “Montes
es joven, tiene un aire de Pacifico Indígena”.
El hecho, que estremeció tanto a nuestra sociedad fue también abordado por nuestros
artistas y compositores. El 13 de
setiembre de 1917 se grabó en la ciudad de Lima el vals “Alejandrino Montes” de la autoría de Pedro Arzola, por el dúo Rodríguez – Vargas, dicho dúo realizó
entre el 13 y 14 de setiembre, 15 grabaciones para el sello Víctor. Este dúo, netamente criollos
grabó Valses, Marineras, tonderos.
Debemos señalar que 9 de esos 15 temas nunca se prensaron en discos y menos se
distribuyó para su venta (desconocemos el motivo). De Rodríguez desconocemos, por ahora, datos. De Vargas suponemos sea el Huaralino
Julito Vargas, que hiciera después
dúo con el Rímense Cesar Andrade, de
los que publicáramos una nota anteriormente.
En las notas o apuntes de los ingenieros de la Víctor señala al momento de la grabación de este tema: “El
guitarrista difícilmente se puede detener”. Podemos notar claramente
que el guitarrista Vargas se toma 12 segundos en el enlace que lleva hacia el
final de la grabación.
Alejandrino Montes - Dúo Rodriguez y Vargas
En la edición Nº 269 de “El Cancionero de Lima” se publicó el vals al que le puso letra y música: Pedro Arzola y que fuera llevado al disco.
Alejandrino Montes
Vals
Letra y música: Pedro Arzola
Alejandrino Montes
el joven criminal
que mató a sus patrones
haciéndose fatal;
él lo hizo por venganza,
según lo declaró
al repetir el crimen
como los victimó.
los grandes magistrados
no pueden comprender
que la infeliz Fabiana
no se pudo oponer:
solo un deber de hermana
la obliga a callar;
si no; Alejandrino
la iba a victimar.
siendo tan criatura
a todos admiró,
al repetir la escena
con cinismo y valor;
pero la pobre hermana
no pudo resistir;
rompiendo en un sollozo
cual si fuera a morir.
“El Cancionero de Lima” publicó varias canciones siguiendo el orden en cómo se desarrollaban los sucesos. El libro de Gerad Borrás “Lima, el vals y la canción criolla” (1900-1936) hace una buena recopilación de estos temas, ordenados en forma cronológica. En la edición Nº 249 se publicaron 3 temas:
“Declaración de Montes a
Onofroff”.
El célebre Onofroff
Visitó a Alejandrino
Y con experiencia y tino
Al punto, lo hipnotizó.
-Responda, usted a mi palabra
-¿Me oye usted Alejandrino
Fue usted el asesino
De los esposos Ibarra?
-Si señor, yo los maté,
Por envidia a su riqueza.
-¿Qué esperaba de esa vileza?
-Ser rico me figuré,
Yo envidiaba a mi patrón,
Yo me quería igualar
Y cambiar de condición
Pasearme y mandar.
-¿Y no le causó horror
Su crimen premeditado?
-¿Lo sé, pero yo había tomado
Una copa de licor.
-¿Su hermana en que lo ayudó
Cuando el crimen realizara?
-Ella no lo presenció
Yo la tenía encerrada.
Cuando solo me quedé
Y sin abrigar temores,
La caja de fierro forcé
Y me sustraje valores.
Don Onofroff en su presencia
Montes allí repitió,
La escena reconstruyó,
¡a su sabor y conciencia !
Por lo que he experimentado
Dice el gran Onofroff
Montes es un alienado
Lo he sospechado así Yo.
Porque rico se soñó
Asesinó a sus patrones
La sed de oro lo llevó
Al crimen con sus horrores.
No se puede aún apreciar
Su crimen tan horroroso.
Y cree que es victorioso
Y volvería a matar.
Es un chico degenerado,
Ambicioso y sin temor
Es un desequilibrado
Digno de justo temor.
La “Declaración de Montes a Onofroff”
se tomó aparentemente en una sesión de Hipnosis a la cual sometió el famoso Hipnotizador Onofroff, de paso por Lima
y al cual se recurrió para ver si bajo trance podía detallar los pormenores del
hecho o si en todo caso no había actuado solo. Aquí Montes señala el móvil de
su crimen: “Si señor, yo los maté, por envidia a su riqueza”.
“Entrevista de
Alejandrino y su padre”.
En su triste calabozo
Hallábase Alejandrino
Buscando calma y reposo
Para su fatal destino.
Meditaba su conciencia
El crimen del que fue autor
Y en la terrible sentencia
A que ha sido merecedor.
Ni el más liviano suspiro
Le auguró ser sorprendido,
En su tristeza y retiro,
Por el autor de sus días.
De pronto oye los cerrojos
Que aseguran su prisión,
Y se le nublan los ojos
A impulsos del corazón.
-Mi padre-dice entre sí,
Y dando un lento paso,
Estrecha en fuerte abrazo
A su padre infeliz.
-Hijo mío! ¿Qué has hecho
Eres tú el criminal?
Descubre tu pecho
Y háblame con la verdad.
-Del crimen soy el autor,
Yo, esa falta cometí,
Y por eso estoy aquí;
Ésta es la verdad señor.
Luego el silencio reinó
Y los dos enmudecieron
Y en voz baja se dijeron
Algo que nadie escuchó.
Ni una lágrima vertió
Ese hijo desventurado,
Al recuerdo del pasado
Ni menos se conmovió.
-Me extraña-dijo Don Justo
Seas tú el asesino
Pues no diste muestra de niño
De soberbio ni impulsivo.
Es contraria mi opinión
Más lo dispuso el destino
Que fueras el asesino
Y se ofuscara tu razón.
Aunque soy un hombre honrado
Que vivo de mi trabajo
También fui calumniado
Y tratado como estropajo.
…………………………………………..
Don Justo se alejó
Con el corazón partido
Y trémulo y afligido
Lloró por Alejandrino.
“Montes y su padre”.
Música de La Despedida de Arciniega.
Aquí me tienes padre querido
Entre estas rejas encarcelado,
Aquí mi crimen audaz expío
Yo a quince años soy condenado.
La suerte fiera me echó sus garras
Y en asesino me convirtió,
Mis horas padre, son muy amargas
Pero esta culpa la tengo yo.
De Dios espero solo el perdón
También el tuyo padre querido,
Mientras que viva en la prisión
¡Ay! No me eche en el olvido.
Yo de ese crimen soy el culpable
Y si me castigan es con razón
No llores por tu hijo, querido padre,
Que mucho sufre mi corazón.
Cuando regreses a mi terruño
Dile a mi madre que ruegue a Dios,
Por ese hijo que el infortunio
Quizá por siempre lo separó.
Hijo de mi alma, hijo querido
Me voy llorando tu desventura,
Yo te perdono si arrepentido
Llegas un día a ser sufrido.
En una edición Nº 356 del año
1918 se publicó el tema:
“La muerte de Alejandrino
Montes”.
Vals del día.
I
Alejandrino Montes
Que al mundo sorprendió
Cuando a sus dos patrones
Horrenda muerte dio
Purgando su delito
Acaba de morir,
En una oscura celda
Dejó ya de existir.
II
De la Condesa el crimen
Que tan horrible fue
Bien claro se recuerda
Como si fuera ayer.
¿Será cierto que él solo,
Que él solo los mató?
Nadie en conciencia puede
Decir que SI ni NO.
III
Alejandrino Montes
Pasó a la eternidad
Dejando en el misterio
Quien sabe, la verdad.
También la pobre hermana
Fabiana sucumbió,
Porque a ella la justicia
También la condenó.
De ella podemos deducir algo que siempre se sospechó; el crimen fue de tal
ferocidad que no se estaba del todo seguro que haya sido cometido por una sola
persona (en este caso de un casi niño), dejando abierta la posibilidad de que
podrían existir algún cómplice, según se deja entrever en la segunda estrofa al
mencionar: “¿Será cierto que él solo, que él solo los mató? nadie en conciencia
puede, decir que SI ni NO”. En la tercera estrofa menciona lo mismo: “Pasó
a la eternidad dejando en el misterio quien sabe, la verdad”.
De este tema también deducimos que Alejandrino falleció durante su estancia en la cárcel. Por el momento no hemos podido averiguar la causa de su deceso ni la fecha del mismo. En apariencia también falleció su hermana Fabiana (aunque podría ser una metáfora ya que las ultimas lineas dicen: "Fabiana sucumbió porque a ella la justicia también la condenó".
De este tema también deducimos que Alejandrino falleció durante su estancia en la cárcel. Por el momento no hemos podido averiguar la causa de su deceso ni la fecha del mismo. En apariencia también falleció su hermana Fabiana (aunque podría ser una metáfora ya que las ultimas lineas dicen: "Fabiana sucumbió porque a ella la justicia también la condenó".