martes, 8 de octubre de 2019

Caso curioso en la música popular latinoamericana. El “Sexteto Habanero”


Cuando oímos y nos gusta una melodía esperamos que esta tenga buenos instrumentistas. Si es cantada esperamos que la voz nos suene agradable. Es decir, que nos alimente los sentidos. Que se constituya en deleite y se disfrute cuando accedemos a ellos.

Sin embargo sabemos de un caso donde sucede todo a la inversa y el resultado es igual de agradable: El Sexteto Habanero.


El viejo Habanero, el decano de los sextetos soneros en Cuba fue uno de los preferidos por la juventud Cubana en los años 20s. No tenía rival, cosa que cambio con la irrupción del Sexteto Nacional en el ambiente musical Cubano en 1927 en la cual se disputaban las preferencias del público.

El Sexteto Habanero (o simplemente El Habanero como los conocían todos) se fundó en 1920 y desde sus primera grabaciones en 1925 arrebataron la isla con sus sones. Cristóbal Díaz Ayala los grafica muy bien: “Maravillosos desde el punto de vista rítmico pero un plato un poco fuerte de digerir en las voces”. Agregaríamos nosotros que además de las voces, los instrumentistas no eran mayor cosa.

En aquellos años había mejores treseros que Carlos Godínez. Alfredo Boloña “El Jorobado” sin ser gran tresero tocaba mejor que Godínez. Las introducciones que Boloña hacia se diferenciaban mucho de las que hacía en el Habanero Carlos Godínez. Pero Boloña llevaba a su Sexteto con su tres.


En el “Sexteto Occidente”, su tresero Julio Torres Biart tenía un tres modificado que hacia las delicias en sus introducciones; muy elaboradas o muy cortas, pero los puentes que hacia entre la primera parte y el montuno eran únicos.


Arsenio Rodríguez que era admirador del Sexteto Habanero pudo acceder a los ensayos de estos con la venia de Godínez. Luego que lo oyera en directo no se impresionó mayormente con el estilo de Godínez que además era cantante del Sexteto.


El contrabajista era Gerardo Martínez “El Príncipe”. Lo suyo era demasiado monótono. Por lo general eran sus tres notas de base y listo. Se acabó el contrabajo ahí. Tal vez emulando la limitación técnica que poseía la Marimbula que era antecesor del contrabajo en los Sextetos en el Son primitivo. Cosa que no sucedía con Octavio Rivero “Tabito” del Sexteto Boloña. Un verdadero innovador con sus toques de contrabajo. “El Príncipe” también era cantante del Sexteto.


El maraquero era Felipe Nery Cabrera. Hombre de recorrido en el ambiente musical cubano y antiguo miembro de “Los Apaches”. También era cantante y voz prima del coro.
Los tres mencionados, a nuestro juicio no eran buenos cantantes. Las limitaciones técnicas de los discos nos ofrecen una percepción algo limitada de la voz humana pero finalmente era lo que mejor se impregnaba en la placa discográfica.


Suponemos que ellos eran conscientes de sus limitaciones vocales que los llevó a integrar a verdaderos cantantes soneros.


El primero de ellos fue el gran Abelardo Barroso que hacía del chofer de ellos hasta que lo oyeron cantar mientras les hacía servicio de taxi. De inmediato lo integraron y ese mismo año (1925) empieza Barroso con las grabaciones. Debido a la poca oportunidad que tenía el pobre Abelardo de ser solista (ya que los números los grababan los antes mencionados como solistas) es que Barroso pasa a formar parte del “Sexteto Boloña” en 1926 donde se destapa como gran sonero. En el Boloña es donde “El Gran Caruso” adquiere vital relevancia. Es el estilo que impuso e imitado por el resto de cantantes hasta el día de hoy. Todos quería tener un Barroso en su sexteto !!!. Lógicamente le salieron muchos imitadores.


Para llenar el vacío que dejo Barroso contratan a un cantante llamado Rafael Hernández “El Pitcher” en 1926. No fue solución. Estuvo pocos meses.


Después del éxito obtenido en el Boloña, Barroso regresa por pocos meses al Habanero en 1927 donde ya es empleado como verdadero solista. A pesar de saberlo una estrella, los “cantantes” del Habanero se empeñaban en grabar números como solistas. Ese mismo año Barroso se va a fundar el “Sexteto Nacional” de Ignacio Piñeiro.


La gran pérdida que le significó al Habanero le sirvió para reclutar otro gran sonero, el Cienfuguero José “Cheo” Jiménez. El estilo sonero de “Cheo” era único, semejante pero no igual al de Barroso fue imitado por grandes como Panchito Riset.


Para octubre de 1927 “Cheo” ya estaba grabando con el Habanero donde se le ve activo en las grabaciones hasta diciembre de 1928. Lamentablemente tuvo muy corta vida este gran sonero que falleció cuando viajaba a España con el Septeto Nacional el 2 de julio de 1929. Al igual que paso con Barroso, los cantantes del Habanero seguían cantando como solistas y usaban al excelente sonero que era Jiménez como corista. Un gran desperdicio.


En 1930 se integra un trovador; Miguel “Miguelito” García Morales. De voz tenor no era un típico cantante sonero de voz aguda y vibrante. Miguelito era de otra escuela. Desde 1925 hasta 1931 el “Sexteto Habanero” realizó 101 grabaciones para el sello Víctor entre La Habana y New York.


Si bien el Habanero no se destacaba por la maestría de sus músicos estables (ya que el bongó, la trompeta y el cantante solista variaban) sonaban maravillosamente juntos. Muestra de ello es que fueron ganadores del “Champion de Son” que se realizó en La Habana en 1925. 


De ahí su fama fue en alza. En 1930 fueron los elegidos para intervenir en un film Hollywoodense “Hell Harbor” con la bellísima Lupe Vélez y John Holland, constituyéndose en el único sexteto sonero interviniendo en un film americano. 

Era los preferidos del público bailador de los años 20s. No había Sexteto en Cuba como ellos. Quizá el “Sexteto Boloña” hubiera podido hacerles frente pero lamentablemente se deshizo a su regreso a La Habana luego de hacer grabaciones en New York. A pesar de su reorganización nunca reeditó los éxitos anteriores el gran Sexteto Boloña.

Los éxitos en la venta de los discos refleja esa popularidad. Estas eran en promedio de 9 mil por disco. Eran los engreídos del sello “Víctor” que anunciaban pomposamente la venta de sus discos en los diarios y publicaciones de la época.


Uno de sus primeros discos grabados (29 octubre de 1925) con el famoso “Loma de Belén” (a la vuelta del disco el Son “Chaparrita”) vendió 6,224 copias. Sin embargo el mes siguiente (2 de noviembre de 1925) grabaron “No Me Desprecies Mujer” (a la vuelta “Maldita Timidez”) que vendió nada menos que 14,365 copias !!!. Supuestamente esta Barroso pero no se le oye. En “No Me Desprecies Mujer” el coro dice “Helo Aquí, Sexteto Habanero, melodioso aquí está” era uno de esos números anunciantes o emblema del Sexteto.


Ese mismo año en que se coronaron como los “Champions de Son” donde participaron los más afamados Sextetos de aquel año. Ahí arrasaron con el Son “Tres Lindas Cubanas” de Guillermo Castillo (guitarra y director). Sin embargo ese disco vendió 12,301 copias (a la vuelta estaba “Galán, Galán”). En “Tres Lindas Cubanas”, con Rafael Hernández “El Pitcher” menciona a los integrantes del Sexteto. 


Además algo de polémica habrá traído eso de “La mujer es como el pan que hay que comerla caliente, si la dejas enfriar ni el diablo le mete el diente”.

Sin embargo el disco que más vendieron fue uno grabado el 22 de marzo de 1927 con Abelardo Barroso en la prima; “Aquella Boca” y del otro lado “Oye Miguel, Los Hombres No Lloran” interpretado por el “Grupo Apolo”. Este disco vendió nada menos que 19,078 copias. El claro sentido sexual de la letra tal vez haya jugado en favor del éxito de esta grabación, pero aquello del doble sentido era materia corriente en el repertorio musical cubano.


En la inspiración Barroso señala:
Ay María, yo te vi bailando, bailando con la puerta abierta
Ay Mama si Coco se muere, con quien yo bailare mañana?
El estar enamorado, caballero es un martirio, es un hombre desdichado el que siente ese delirio
.


La mujer es como el viento que tiene varias opiniones, complicadas variaciones, a ratos y por momentos.
Para finalizar debemos remarcar lo dicho por Cristóbal Díaz Ayala y mencionado arriba: “Maravillosos desde el punto de vista rítmico” y es que de verdad lo eran. La sonoridad e identidad que adquirió el Son con el Habanero fue determinante en el desarrollo de este género que vino a culminar con la obra de Ignacio Piñeiro. El gran “Sexteto Habanero” supo vencer sus falencias. Hoy por hoy son considerados como leyendas en ese estilo. Ahí están sus discos para el que quiera disfrutar de ellos.

“Ayer Maravilla Fui” !!!!!!!!


Lic Gino Curioso Solis.

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